2014(e)ko apirilaren 28(a), astelehena

Esta noche no, querida

Sergio Sinay escribe "Esta noche no, querida" (1992).

"Lo cierto es que años de mandatos y de educación hacen que 
los varones escapen todavía del contacto con sus sentimientos. 

Ese pene que se niega a trabajar, ese súbito descontrol, esos síntomas con los que tantos varones sufren o mueren en silencio, angustian menos (teoricamente) si se entienden únicamente como "algo físico", como un "problema médico". 
Pero también cabría la posibilidad de verlos como una expresión de un sentimiento.
Los síntomas siempre nos avisan, nos protegen, nos enseñan cosas sobre nosotros mismos.
Y estas disfunciones sexuales pueden ser, cuando aparecen, la oportunidad de preguntarse: ¿siento algo por esta mujer? ¿puedo estar con una mujer hacia la cual no tengo un sentimiento? ¿no me estaré exigiendo mantener una relación sexual por obligación? ¿están caminando mi pene y mi corazón en el mismo sentido? ¿qué es lo que está congelando mi deseo?"

"El deseo es inherente a la vida... No se deja de desear...

... y no estoy obligado a pedirle cosas a mi pene de forma continua para tener la certeza de que mi sexualidad está viva. Nos dijeron que la sexualidad está entre las piernas solamente, y durante mucho tiempo nos hemos disociado de nuestras manos, ...piel, ...ojos, ...boca, ...nariz, de nuestro corazón. Es el pene -sabio- quien nos lo recuerda a cada tanto, quien nos pide que no le carguemos todo a él, que nos extendamos en nosotros mismos.

El mejor afrodisíaco es el sentimiento
Primero deberíamos percibirlo
luego aceptarlo
después respetarlo y, 
por fin, disfrutarlo.

*********

Las mujeres: distintas y necesarias.
¿Cómo no amarlas? Y también: ¿Cómo amarlas?
Lo primero es imposible, lo segundo es inabarcable.
Las mujeres son nuestro referente, nuestro norte, nuestro puerto,
el motivo de nuestros amores y de nuestros temores,
de nuestro deseo y de nuestro desconcierto.

¿Cómo no amarlas?
Sus pieles suaves, sus aromas sensuales, los matices sutiles de sus voces,
los movimientos con que se desplazan ante nuestros ojos,
las ideas inesperadas que suelen expresar,
la impudicia con que muestran sus sentimientos,
las distintas temperaturas de su pasión...

todo eso activa en nosotros, los varones, mecanismos secretos, íntimos
que nos impulsan hacia ellas a veces con deseo exasperado,
otras con el objetivo de un refugio, otras con la necesidad de una conquista,
otras maravillados por el descubrimiento de nuestra propia ternura.

¿Cómo no amarlas si su presencia evoca y moviliza nuestras zonas más negadas y dormidas, aquellas que son nuestra propia mujer interior y oculta,
desconocida, anhelante, viviente y prisionera de las mismas rejas que les ponemos a nuestro sentimientos?

¿Cómo no amarlas si son otras, si son lo que nosotros no somos y,
al poder verlas enfrente y afuera de nosotros, podemos ellas y nosotros
acercarnos, elegirnos, encontrarnos, palparnos de otro a otra, conocernos...?

¿Cómo no amarlas cuando sus cuerpos, más delicados que los nuestros,
tiemblan de frío, cuando sus ojos se sorprenden, cuando sus labios se humedecen, cuando sus voces dicen nuestros nombres, cuando sus manos nos tocan, nos palpan, nos aprietan con ese contacto que no hiere, que entibia, que relaja?

¿Cómo no amarlas cuando hoy pueden afirmar con vehemencia lo mismo que ayer negaban, cuando se columpian de la tristeza a la alegría, del enojo al buen humor, con la velocidad del relámpago y la liviandad del aire? ¿Cómo no amarlas cuando nos preguntan, cuando nos esperan, cuando nos sienten sus héroes, cuando nos franquean sus sentires?

Y también, sin embargo: ¿Cómo amarlas? ...

iruzkinik ez:

Argitaratu iruzkina